¿Conspiranoia? Para nada. La simple y llana realidad

Esto de la COVID-19 está dando para mucho. Desde ser la escusa perfecta para desmantelar servicios, despedir a gente o sacar a la luz a los mayores gañanes, hasta aflorar todo tipo de teorías, muchas de ellas conspiranoicas, pero muchas otras reales como la vida misma.

Pero yo, de lo que quiero hablar es de cómo el gobierno o tal vez más en general los gobiernos, nos están aborregando y nos están convirtiendo en sumisos ciudadanos que tragamos con todo lo que nos echen. Y además, los medios de información les están haciendo el juego al cacarear a los cuatro vientos y sin mediar análisis alguno todas y cada una de las ocurrencias que tienen los políticos para, supuestamente, pretender acabar con la pandemia.

Lo que más me llama la atención es que a estas alturas, aún nadie ha demostrado cuál es el origen del virus. Nos han contado que fue el pangolín, algo que no se sostiene, ya que la transmisión del COVID-19 se produce por vía respiratoria, la relación con el pangolín es culinaria y se sabe que los jugos gástricos destruyen al virus al instante. También nos han contado que es un tipo de murciélago el transmisor, pero aún no se ha encontrado el COVID-19 en ningún murciélago analizado. Cuando una investigadora china muestra informes sobre un supuesto origen industrial del virus, todos, la prensa, los políticos y muchos médicos, se lanzan contra ella para acallar sus razones y denostar su informe a toda costa. Su familia es perseguida en China y tiene que huir de su país, pero ¿alguien sabe algo de ella o de su trabajo desde que huyó? Curioso que no se haya vuelto a hablar del tema.

Ya en un terreno más doméstico, nos encontramos con curiosas actitudes destinadas a «librarnos del mal vírico». La que más llama la atención es la de abolir la libertad de información durante el arresto domiciliario de marzo. Si Rajoy inventó las ruedas de prensa desde un plasma, Sánchez fue un paso más allá e inventó las ruedas de prensa sin periodistas y respondiendo a las preguntas que él mismo se hacía. Luego se dio cuenta de que aquello cantaba que te cagas y dejó que le entraran preguntas por Whatsapp. ¿Tú has oído a los medios de comunicación criticar esta actitud? ¿Has oído o leído algún artículo, no ya que critique, sino que hable del tema en profundidad? Es algo que ha pasado de forma somera y de lo que no se habla, pero que está claro que es una forma de censura y una forma de coartar la libertad de información.

Y a continuación, una vez eliminada la libertad de información, necesitaban rellenar el hueco. ¿Y cómo lo han hecho? Pues monopolizando los medios de información. Entre marzo y el verano, daba igual qué cadena de televisión pusieras y a qué hora. Ahí había un miembro del gobierno hablando y dando lecciones sobre infecciones. Daba igual que fuera ministra de defensa, de educación, vicepresidenta enésima del gobierno o filósofo con marioneta. Todos dan lecciones sobre un virus del que no tienen ni puñetera idea de qué es ni cómo se comporta. Eso sí, el único que no aparece en la televisión para dar lecciones, es el ministro de universidades, que nadie sabe dónde está ni a qué se dedica.

Y ahora que ya tienen monopolizada la información (más bien secuestrada, diría yo) ¿qué queda? Pues crear en la población la sensación de miedo. ¿Y cómo se consigue? De dos formas. Una es «quédate en casa porque si sales vas a morir» y la segunda es «como salgas de casa te vas a llevar un multa de la que te vas a acordar una buena temporada». Y por si esto fuera poco, sacamos al ejército a las calles para que patrullen y te amedranten con sus drones con megáfonos y sus «hospitales avanzados» (nunca he entendido el significado de esa denominación). ¿Y todo esto al amparo de qué ley? Venga, a ver si lo averiguas. ¿Recuerdas esa ley denominada como «Ley Mordaza» (su nombre real es Ley de Seguridad Ciudadana). Sí, esa contra la que el PSOE interpuso un recurso de inconstitucionalidad (aún sin resolver) y que tanto echó en cara al PP catalogándola como una ley que devolvía España a los años de la dictadura. Si tan inconstitucional consideran que es, ¿por qué es la ley que aplican y por qué no han movido ni un pelo para intentar derogarla como han hecho con otras que no son de su agrado?

El siguiente paso es terminar de desmantelar la sanidad pública. Ah! pero es por culpa de la COVID-19. ¿Te das cuenta de que si no tienes síntomas de la COVID-19 no hay forma de que te atiendan en el consultorio? Es más, si te presentas para pedir cita porque te duelen las piernas, tienes acidez o cualquier otro tipo de dolencia, te dirán que no te pueden atender y que llames por teléfono. Eso sí, si consigues que alguien te coja el teléfono, cosa nada fácil, te dirán que ya te llamará tu médico y si esto sucede, no conseguirás que te dé cita y a lo más que llegará es a decirte que tienes gases. Luego morirás de un cáncer de colon, pero no pasa nada.

Vale. Ya hemos eliminado la libertad de información. Hemos metido miedo a los ciudadanos, los hemos convertido en sumisos y les hemos retirado la posibilidad de la atención medica. ¿Ahora qué viene? Pues les anunciamos que va a haber una vacuna que conseguirá la inmunidad del rebaño. ¿Te das cuenta? Si hasta te consideran parte de un rebaño, porque ya te han convertido en un borrego sin capacidad crítica, sin capacidad de pensar, obediente y sumiso y dispuesto a sacrificar cualquier tipo de análisis en favor de tu salud y todo ello gracias a un gobierno paternal que vela por nuestra salud. Permíteme una expresión: ¡Y una puta mierda! ¿Acaso se creen que somos gilipollas? A día de hoy, España tiene unos 45 millones y medio de habitantes. Políticos en puestos de gobierno, digamos que hay unos dos mil (no sé si son más o menos, pero demos por válida la cifra, que para el caso da igual). ¿Y nos van a hacer creer que solo esos dos mil son los únicos seres inteligentes, que saben lo que hay que hacer y el resto hasta los 45 millones y medio somos gilipollas sumisos que estamos obligados a deberles gratitud eterna por salvarnos de una pandemia? Pero cómo vamos a creer que ellos son los inteligentes, si nos demuestran que lo único que saben hacer bien es argumentar con insultos y descrédito hacia los que consideran sus rivales políticos. Solo basta con mirar que cada comunidad autónoma toma unas medidas diferentes de las demás para atajar la pandemia y todas repiten una y otra vez las mismas medidas que no solucionan el problema y como ven que no se resuelve nada, vuelven a la carga con las mismas medidas ineficaces. ¿Cuándo se darán cuenta de que no son capaces de resolver la situación porque no son especialistas en medicina? ¿Para cuándo se dejarán aconsejar por quienes sí lo son y son capaces de tomar decisiones, no en función de sus intereses políticos, sino en función de sus conocimientos, sus investigaciones y su experiencia?

Solo confío y deseo que la historia los ponga en su sitio y reciban el desprecio que se merecen. A los unos y a los otros, porque en realidad, da igual de qué partido sean. No me canso de decir que votamos a gilipollas y que si estamos en esta situación, es porque nos lo merecemos y nos lo hemos ganado a pulso, porque si votamos a gilipollas, nos gobernaran y nos tratarán como gilipollas.

Author: fbno

Sarcástico, irónico y cáustico. Agnóstico, irreverente, apolítico, apátrida y ciertamente asocial. Defensor del abstencionismo reflexivo y amante de la penúltima cerveza y del Rock.