Esos ineptos a los que votamos

No hay error más grande que dejar en manos de los políticos la solución a la pandemia del COVID-19.

Tu salud, la mía y la de todos los españoles, les importa un carajo. Su único interés es el rédito político que puedan sacar de sus acciones. Acciones de pandereta y peineta propias, algunas de ellas, de los más rancios personajes de algunas películas de Berlanga.

Desde dejar la sanidad de España en manos de un filósofo, que miente diciendo que no son necesarias las mascarillas para después hacerlas obligatorias a golpe de decreto ley o que defiende a capa y espada «las decisiones tomadas con el consenso de un equipo de expertos» que luego nos enteramos que jamás ha llegado a existir. Y no hablemos de la presidenta de la Comunidad de Madrid, que es capaz de desdecir lo que ha dicho en su frase anterior y negar ambas cosas en su frase siguiente. O qué decir de sus consejeros, que inauguran dosificadores de gel en las estaciones del metro, convocando para ello a la prensa. Y que no se nos olvide ese consejero andaluz, que farfulla para explicar las ocurrencias de su equipo (si es que lo tiene) con las que acabará con la pandemia en un chascar de dedos.

Cada uno tiene sus ocurrencias, manipulan los datos a su antojo, nos mienten, nos tratan como si fuéramos el enemigo, juegan con nosotros a meternos o sacarnos de casa, hunden nuestros negocios y luego vienen con su cara más sonriente a que les votemos.

Vivimos en una ineptocracia. Votamos a gilipollas y así nos va. Gilipollas que lo único que saben hacer bien es insultarse los unos a los otros y argumentar con esos insultos sus decisiones, pero que son muy conscientes de que la memoria colectiva es escasa y que cuando todo esto pase, habrá miles que les hagan la ola con las orejas, que volverán a sacar su banderita del partido y saldrán a la calle a pavonearse tocando el claxon, mientras los políticos se ríen de ellos, y de todos nosotros, y aprueban una moción para subirse el sueldo.

Author: fbno

Sarcástico, irónico y cáustico. Agnóstico, irreverente, apolítico, apátrida y ciertamente asocial. Defensor del abstencionismo reflexivo y amante de la penúltima cerveza y del Rock.