Música para el fin de semana. Cap. 008

Un día, una tía mía, me regaló un guitarra. Era una guitarra clásica que ella ya no utilizaba y para mi supuso una forma de descubrir una forma activa de entender la música. Ya no solo era un mero receptor de sonidos, sino que a partir de ese momento podría ser yo quien generase esos sonidos y, quién sabe, además convertirlos en música.

Una vez más, fueron mis padres quienes se encargaron de hacer que eso no se convirtiera en realidad al negarme el que asistiera a clases de música, porque la música nunca fue un parte de la vida que ellos consideraran importante. Es más, para mi madre, la música era eso que cuando suena muy alto, marea.

Por unas razones o por otras, jamás pude estudiar música, pero en contra de la opinión de mis padres, la música siempre ha sido una parte, no importante, sino imprescindible en mi vida, aunque con el paso del tiempo he ido descubriendo que a mi falta de formación musical, se le unen unos escasos dotes musicales, cierta falta de ritmo y que el placer de la música debo obtenerlo del lado del receptor y no del emisor.

La cuestión es que esa guitarra me hizo descubrir los sonidos del artista del que hoy quiero mostrar la canción que más me marcó en su época. Ya habían llegado los Beatles y los Rolling a mi vida, para quedarse, sin duda, y ahora le tocaba el turno a Carlos Santana. Es cierto que no llegó a marcarme como lo hicieran los Rolling, pero esos punteos a la guitarra, con un ritmo latino, lo hacían más cercano a mi cultura.

La canción de hoy es una que siempre intenté aprender a por mi cuenta sin hacer caso a mis limitaciones en cuanto a técnica se refiere. Jamás fui capaz de interpretarla con un mínimo de dignidad fuera de mis sueños y por eso podría calificarla como mi gran frustración musical, pero ahí está, formando una parte de mi.

Author: fbno

Sarcástico, irónico y cáustico. Agnóstico, irreverente, apolítico, apátrida y ciertamente asocial. Defensor del abstencionismo reflexivo y amante de la penúltima cerveza y del Rock.