La Raspberry Pi ¿podría ser la novena maravilla de la naturaleza? (artificial, eso sí)

Hacia principios de 2011, mis ojos alucinaban cuando leía la noticia del lanzamiento de una placa poco más grande que una tarjeta de crédito, que creaba imagen a través de un puerto HDMI y que correría un Linux en toda regla, así que me lancé a la web de RS Components para comprar una, pero oh!, no solo la web estaba colapsada, sino que además no había stock. Aún me quedaba otra opción y era Farnell y no sin penar con un gran colapso de la web, conseguí mi ansiada Raspberry Pi, que me llegó a las pocas semanas.

Desde entonces, la Raspberry Pi ha ido evolucionando y ha pasado de tener un procesador de un único núcleo a 700 MHz y con 256 MB de RAM hasta la nueva Raspberry Pi 4 que cuenta con un procesador de 4 núcleos a 1.5 MHz y hasta 8 GB de RAM. La evolución de la señal de vídeo también ha sido grande, pasando de disponer de una salida HDMI con resolución 1080p en el primer modelo a disponer de 2 salidas HDMI con resolución 4K en el último modelo. El resto de funciones ha evolucionado en igual medida, pasando de tener puertos USB 2.0 a puertos USB 3.0, Bluetooth 5.0, wifi ac o un puerto ethernet gigabit.

Algunos me dirán que hay placas de similar tamaño con capacidad que se encuentra a años luz de la Raspberry Pi más potente, y sí, es cierto. Pero son placas que superan los 300 euros y en el caso de las Raspberry Pi, hablamos de que su primer modelo salió a la venta por 39 euros y el último modelo, la Raspberry Pi 4 de 8 GB cuesta 79 euros y esto la hace imbatible si analizamos la relación prestaciones / precio. Pero es que si además tenemos en cuenta que existe una Raspberry Pi Zero W, que tiene mucha más potencia que la primera Raspberry Pi, que la placa mide 65 x 30 mm y dispone de salida de vídeo HDMI con resolución 1080p, wifi b/g/n y bluetooth, que puede correr un Linux en toda regla y además cuesta 11 euros; ¿cómo es que aún no estás de acuerdo conmigo en la Raspberry Pi es la novena maravilla de la naturaleza artificial? Sobre cuál es la octava, dejaremos que se pongan de acuerdo todos los que llevan años intentando averiguarlo, pero sobre cuál es la novena, no cabe duda, aunque… Igual deberíamos hablar de la nueva Raspberry Pi Pico, que te va a sorprender más que por sus prestaciones, por su precio: 4 dólares. ¿Cómo lo ves?

También hay que aclarar que La Raspberry Pi Pico no tiene mucho que ver con el resto de modelos de Raspberry Pi. Digamos que está más cerca de Arduino, para ser usada como un controlador de puertos analógicos y digitales que como un ordenador, que es lo que son el resto de Raspberry Pi.

Ahora, la clave está en para qué usar una Raspberry Pi. Hace tiempo te expliqué cómo crear un centro de audio con una Raspberry Pi Zero W y creo que ese es un gran proyecto que merece la pena llevar a cabo, por sus grandes prestaciones y su bajo coste. Puedes subir el nivel y usar una Raspberry Pi 3 o una 4 y usar un DAC de más nivel, pero salvo que seas un gran audiófilo, con el montaje básico tendrás más que suficiente. La clave está en usar unos buenos altavoces, que tampoco tienen que ser muy caros para disfrutar de un buen sonido.

Yo ahora ando enfrascado en montar un ordenador portátil con una Raspberry Pi 4 que arranco desde un disco SSD de 240 GB y que contará con una pantalla táctil de 13 pulgadas con resolución 4k y un teclado inalámbrico con touchpad incorporado. Toca diseñar la carcasa donde meter el conjunto de elementos y que, llegado el caso, pueda utilizarlos por separado en otros proyectos. De momento y sin nada aún definitivo, estoy usando la Raspberry Pi con Ubuntu Mate y se muestra como un sistema fluido, agradable y muy operativo para el trabajo diario.

Algo que deberás tener en cuenta si te enfrascas en proyectos DIY, es que todo está por hacer. Tendrás que buscar mucha información en Internet, investigar y aprender muchas cosas nuevas como hacerte tus propias carcasas o averiguar cómo conectar sensores o una pantalla poco convencional, pero ese es el aliciente de no comprar productos que tras cogerlos de la estantería y pagarlos, llegas a casa, los enchufas y a funcionar sin más problemas. Eso, en la vida de un maker es un sinsentido, a menos que tu incentivo sea meterle el destornillador a ese producto de estantería para transformarlo en algo que funcione como tú quieres.

Author: fbno

Sarcástico, irónico y cáustico. Agnóstico, irreverente, apolítico, apátrida y ciertamente asocial. Defensor del abstencionismo reflexivo y amante de la penúltima cerveza y del Rock.