No hay día sin malas noticias

Cuando de una u otra forma estás relacionado con la seguridad informática, no hay un solo día que no recibas, no una ni dos, sino montones de malas noticias. Ver las noticias en la televisión, con sus muertos por la guerra, muertos por pandemias, políticos corruptos, crímenes machistas y demás lindezas que nos depara el día a día, no es ni de lejos (salvando las distancias) lo que supone leer los boletines de noticias sobre ciberseguridad.

Claro que nada tiene que ver un solo muerto, cuando menos miles, con que te puedan robar las contraseñas de tus cuentas de redes sociales, pero el machaque que se recibe a diario sobre los cientos y cientos de malware de nueva aparición que se descubren y que colman los boletines técnicos sobre el tema, hace mella en las mentes del más sano y llegas a plantearte si no sería mejor volver a los orígenes de nuestra infancia donde lo más grave que podía sucederte era caerte al suelo y que tu madre no estuviera cerca para cogerte.

Y todo esto viene porque hoy me he levantado con una noticia que he leído en un boletín nada técnico, de un medio generalista (así que imagina lo que se magnifica cuando recibes la noticia de fuentes técnicas) en la que nos cuentan que Google recoge en España la ubicación de cada móvil 426 veces al día (sí, has leído bien: 426 veces al día), pero en países como Estado Unidos, esta frecuencia puede llegar hasta las 987, según en qué estado se encuentre el sujeto. El informe lo revela el Irish Council For Civil Liberties y explica que Google realiza esta operación debido a lo que se denomina márketing de subastas en tiempo real, que viene a ser algo así como una lonja de pescado en la que se pone a disposición del mejor postor los datos recabados de los móviles de los usuarios. De esta forma, los anunciantes pueden ofrecer en tiempo real sus anuncios a los usuarios mientras éstos navegan por la web o publican más información vendible en sus redes sociales.

Según el informe, el mercado de subastas de datos en tiempo real genera 112.000 millones de euros al año y no solo es Google quien se lleva todo el pastel, sino que en el juego entran actores como Facebook, Microsoft, Apple y otro tipo de empresas que se dedican a la elaboración de esa publicidad que tan eficientemente se coloca en las mentes de los usuarios que la reciben. Porque no olvidemos, que la publicidad que se muestra de esta forma, es muchísimo más eficiente que cualquier otro tipo de publicidad convencional ¿O tú no has entrado a comer en un restaurante que te ha aparecido justamente cuando buscabas dónde comer y oh!, qué casualidad, que está a pocos metros de donde de encuentras?

Antes, en las películas, veíamos cómo determinadas agencias de espías hacían un lavado de cerebro a un sujeto y luego, usando una palabra clave, lo activaban para que éste realizara una acción que ellos habían programado. Durante años no hacían sino contarnos lo que hoy nos sucede cada día a todos los que usamos un teléfono móvil. Navegamos por la red y recibimos publicidad perfectamente dirigida a nosotros de forma que se nos activa el gen consumista y caemos en la trampa y esto es así porque cada segundo de nuestro día se lo contamos a una o más multinacionales y les damos nuestra expresa autorización para que nos manipulen a su antojo obteniendo con ello interesantes beneficios.

¿Podemos defendernos de esto? La respuesta es un rotundo sí, pero no te la voy a contar porque ni tú ni yo estamos por la labor de llevarla a cabo.

N.B. Hoy también hemos sabido que la Agencia Española de Protección de Datos ha impuesto una multa a Google de 10 millones de euros por “ceder datos a terceros sin legitimación para ello y obstaculizar el derecho de supresión de los ciudadanos”. ¿Adivinas por dónde se pasa Google los 10 millones de euros cuando sus beneficios anuales ascienden a miles de millones y además no paga un céntimo de impuestos a España por ello?

Yo creo que ya te he cabreado lo suficiente por hoy (o eso espero), así que disfruta del día.

Author: fbno

Sarcástico, irónico y cáustico. Agnóstico, irreverente, apolítico, apátrida y ciertamente asocial. Defensor del abstencionismo reflexivo y amante de la penúltima cerveza y del Rock.